DANIEL ROURES REGO: "LA OPINIÓN PÚBLICA, EN GENERAL, SIGUE VINCULANDO LA DESERTIFICACIÓN AL 'AVANCE DE LOS DESIERTOS' Y NO A LO QUE ES EN REALIDAD..."
¿Por qué aunque la desertificación es uno de los principales retos ambientales de nuestro tiempo, no ocupa un papel predominante en la agenda y la opinión pública?
La poca atención que se presta a la desertificación en el ámbito político y en la sociedad en general tiene numerosas causas y es uno de los principales retos a los que nos enfrentamos las personas que trabajamos en este ámbito.En primer lugar, esto se debe al origen de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD), que nace con el objetivo de abordar este problema principalmente en los países en vías de desarrollo, particularmente en África, y no como un problema global, como el cambio climático o la conservación de la biodiversidad. En la Unión Europea solo 13 de los 27 Estados miembros se han declarado como afectados por la desertificación ante esta Convención y la propia Unión no lo ha hecho todavía, haciendo que la lucha contra la desertificación haya sido frecuentemente dejada de lado en las políticas de la UE. No obstante, esto podría cambiar próximamente a raíz de la propuesta que la Comisión Europea hizo en la Estrategia de la UE sobre la Protección del Suelo para 2030 de que la UE se declare parte afectada ante la CNULD.
A nivel nacional una de las principales causas de esta situación es la escasa sensibilización y conocimiento sobre la desertificación y sus impactos. La opinión pública, en general, sigue vinculando la desertificación al “avance de los desiertos” y no a lo que es en realidad: un problema de degradación de tierras y sostenibilidad del aprovechamiento de los recursos naturales en zonas con limitaciones hídricas derivadas de la aridez.
Otra gran dificultad es que la lucha contra este problema ambiental está relacionada con numerosas políticas sectoriales (agraria, forestal, aguas…), que tienen sus propias estrategias en las que a veces resulta difícil integrar la lucha contra la desertificación. No obstante, estas vienen incorporando de manera creciente la lucha contra la desertificación entre sus objetivos.
Por último, y como recoge la Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación (ENLD), publicada en junio de 2022, es necesario reconocer las debilidades derivadas de carencias institucionales, como la inexistencia de órganos de gobernanza específicos para abordar la lucha contra la desertificación y la degradación de las tierras. En este sentido, se resaltan las propuestas realizadas en la ENLD de crear una unidad técnica, un Consejo Nacional y un Comité Nacional de Lucha contra la Desertificación.
¿Cuáles son los principales factores que contribuyen a la desertificación en España y qué medidas transformadoras son necesarias emprender?
La ENLD elabora un diagnóstico en el que se identifican los principales impulsores de la desertificación en España. Entre ellos, se encuentran impulsores de carácter económico, como la presión en los recursos naturales (intensificación de la agricultura y la ganadería, sobreexplotación de los recursos hídricos o urbanización y desarrollo de infraestructuras); de carácter social, como la despoblación de las zonas rurales y el abandono de la gestión del territorio; y de carácter ambiental, como el cambio climático y los incendios forestales; estos impulsores, además, se encuentran interrelacionados, por ejemplo: la despoblación de las zonas rurales conlleva el abandono de la gestión forestal sostenible, reduciendo la resiliencia de las masas forestales y haciéndolas más susceptibles frente a riesgos como el cambio climático, las plagas y enfermedades, los incendios forestales y los procesos erosivos.La ENLD propone la puesta en marcha de acciones en torno a tres ejes con el fin de luchar contra la desertificación: “Territorio”, “Capacitación institucional y gobernanza”, y “Conocimiento y sociedad”. Este conjunto de acciones se centra principalmente en el refuerzo de la aplicación de buenas prácticas de gestión sostenible de la tierra para prevenir los procesos de degradación; en la integración de la degradación de las tierras y la desertificación en las políticas sectoriales y en el refuerzo de la gobernanza y la coordinación institucional; y en la generación, transferencia y difusión del conocimiento y la sensibilización de la sociedad.
¿Cuáles son los acuerdos clave que considera necesarios para abordar los desafíos hídricos actuales y futuros en nuestro país, y qué actores involucran?
Existen numerosas medidas que se podrían implementar desde diversos sectores. No obstante, como no soy experto en todos ellos, mencionaré tan solo algunos aspectos que están especialmente ligados a la lucha contra la desertificación.La ENLD señala que en la agricultura, por ejemplo, se ha dado un incremento en la eficiencia del uso del agua gracias a la introducción de mejoras técnicas e innovaciones al tiempo que se ha producido un crecimiento de la superficie regada. Esta combinación de tendencias se ha traducido en una reducción insuficiente del consumo de agua, en particular teniendo en cuenta el avance del cambio climático y el incremento de la intensidad y la frecuencia de las sequías. Asimismo, la intensificación de la agricultura y la ganadería, señaladas en la ENLD como una de las principales causas de la desertificación en nuestro país, llevan a una demanda creciente de agua. Todo esto además puede ocasionar otros problemas relacionados con los recursos hídricos, como la contaminación difusa por nitratos o la salinización. Para abordar este reto es imprescindible mejorar la coordinación entre todos los actores involucrados: usuarios del agua, gestores de tierras, comunidad científica, sociedad civil, administraciones competentes, etc.
Creo que resulta relevante resaltar la importancia de las políticas de modernización de regadíos, dirigidas a la mejora de la eficiencia y el ahorro del agua, que tienen un papel esencial en la gestión adecuada de este recurso. Asimismo, la planificación hidrológica resulta clave de cara a situar las presiones sobre el medio hídrico en el ámbito de la sostenibilidad, protegiendo su calidad, economizando su empleo y racionalizando su uso en armonía con los demás recursos naturales, tal como establece la Ley de Aguas. Por último, la planificación y la gestión integradas del territorio y de los recursos hídricos (el enfoque que propone la política de lucha contra la desertificación) suponen también un instrumento crucial, pues su objetivo es proporcionar asignaciones del uso de la tierra que conduzcan a una mayor eficiencia en la utilización de los recursos naturales y que satisfagan mejor las demandas de las personas, además de salvaguardar el suelo, el agua y la biodiversidad.