Ecologistas en Accion

“La reglamentación va por detrás de la contaminación y ahora se trata de dar respuestas a una contaminación de décadas”, Kistiñe García y Koldo Hernández corresponsables del Grupo de Tóxicos de Ecologistas en Acción

La transición hacia un entorno libre de tóxicos exige no solo estrategias ambiciosas, sino también regulaciones eficaces y voluntad política para aplicarlas. Así lo señalan Kistiñe García y Koldo Hernández, corresponsables del Grupo de Tóxicos de Ecologistas en Acción, quienes participaron en el comité técnico del #CONAMA2024 centrado en la Estrategia de Químicos para la Sostenibilidad.

Desde su experiencia como parte activa de la sociedad civil, aportan una visión crítica sobre la evolución de esta estrategia europea, señalando que su ambición inicial debe traducirse en un marco normativo a la altura de los retos actuales.

En esta entrevista, realizada en el marco de la campaña #HablemosDeQuímicos, abordan aspectos clave como la exposición combinada a sustancias contaminantes, la falta de medidas vinculantes para eliminar plaguicidas peligrosos y las limitaciones del Reglamento REACH (Registro, Evaluación, Autorización y Restricción de Sustancias Químicas) en su aplicación práctica. También prestan especial atención a los contaminantes persistentes en el agua, subrayando la necesidad de anticiparse a la contaminación y no limitarse a responder una vez que sus efectos ya se manifiestan en el medio.

¿Cómo valoran el desarrollo de la Estrategia de la UE sobre sustancias químicas para un entorno libre de sustancias tóxicas y más sostenible? ¿Qué medidas consideran más positivas?

Ecologistas en Acción valora positivamente la Estrategia Europea, en especial su ambición y enfoque preventivo. No obstante, consideramos que esta Estrategia sin el prometido desarrollo de un marco normativo igualmente ambicioso y preventivo transforma la Estrategia en un documento de buenas intenciones sin un verdadero alcance.

Desde este punto de vista, pocas medidas pueden ser consideradas positivas, tal vez aquellos cambios de la reglamentación europea tomados al principio del mandato de la anterior Comisión, como el avance en el control y reducción de contaminantes emergentes como los PFAS en el agua de consumo humano. En la última parte del mandato de la anterior Comisión la ambición inicial fue sustituida por la paralización o inclusive el retroceso de la senda prevista, como fue el caso del fallido Reglamento de Uso Sostenible de Plaguicidas.

En resumen, un notable alto en intenciones que lamentablemente no se han plasmado en normativas eficaces de reducción de la exposición a sustancias químicas.

¿Qué acciones consideran quedan por desarrollar a nivel europeo?

El abanico y extensión de las acciones que quedan por implementar es demasiado amplio para poder responder de una manera esquemática.

La mayoría de este tipo de acciones son lugares comunes y peticiones largamente solicitadas por las organizaciones civiles europeas, entre tantas otras destacamos la muy necesaria modificación del Reglamento REACH para hacerlo más eficaz en la batalla por la exposición a sustancias contaminantes, la toma de medidas para reducir la contaminación por pesticidas y contaminantes emergentes de aguas superficiales, subterráneas y de aguas de consumo humano.

Y en especial, de medidas que valoren, de manera ejemplar y con un enfoque basado en el principio de precaución, el efecto cóctel, es decir de la exposición combinada a más de una sustancia contaminante.

¿Cómo afectan las sustancias químicas presentes en los alimentos a la biodiversidad y los ecosistemas?

La afección al medio ambiente es de elevado calado con diversos efectos adversos, entre otros, destacamos la eutrofización de masas de agua por contaminación  por nitratos y fosfatos como la que sucede en el Mar Menor y el grave riesgo para la biodiversidad generado por la contaminación por disruptores endocrinos, sustancias capaces de alterar el funcionamiento normal del sistema hormonal, lo que se traduce en una elevada panoplia de afecciones que en algún caso pueden poner en riesgo la propia supervivencia de una especie como sucedió en el caso de las hembras caracol púrpura, que debido a la exposición del tributilestaño (TBT) utilizado en las pinturas desincrustantes usadas en barcos ocasionaba, por alteración hormonal, que las hembras de esta especie desarrollasen caracteres masculinos y fuesen estériles.

¿Cuáles son los principales retos en la eliminación de sustancias tóxicas, especialmente químicos persistentes, en los sistemas de abastecimiento y tratamiento de agua? ¿Es suficiente la regulación actual? ¿Qué medidas harían falta poner en marcha?

Aunque la nueva directiva de agua de consumo humano aborda alguno de los contaminantes emergentes, como es el caso de los PFAS o del Bisfenol A (BPA), deja fuera de su alcance muchos otros como los cosméticos y productos farmacéuticos.

Esta visión reactiva debe modificarse por políticas que impidan la comercialización de las sustancias sin estar debidamente evaluadas con el fin de evitar males futuros, a lo que debiera unirse la obligatoriedad de la aplicación del principio de quien contamina paga a los sectores que hacen uso de estas sustancias contaminantes como la agricultura en el caso de la contaminación difusa por plaguicidas. Son necesarias que las normativas, como la de gestión de aguas residuales, introduzcan criterios claros que cantidades que deben pagar los actores contaminantes (como la industria cosmética y farmacéutica) para la descontaminación.

¿Qué medidas deberían implementarse para reducir la presencia de plaguicidas y otros químicos en la producción agrícola? ¿Es suficiente la regulación actual? ¿Qué medidas harían falta poner en marcha?

Nuevamente, nuestra respuesta es contundente, la reglamentación es manifiestamente mejorable. Según nuestro parecer debería modificarse la normativa actual para establecer un marco vinculante y cuantificable de reducción de la cantidad de plaguicidas usados y del riesgo que estos suponen. Igualmente debiera retirarse la autorización de aquellos pesticidas considerados como candidatos a la sustitución por su elevado riesgo y no concederse en ningún caso con la excepción de riesgo para la salud humana de autorizaciones excepcionales que permiten el uso de plaguicidas no autorizados.

Ninguna medida normativa tendrá efecto real si no se dedican fondos a la formación en cómo cultivar sin plaguicidas, algo que desgraciadamente muchas personas del sector agrícola, profundamente dependiente de los insumos químicos, han olvidado.

Las medidas mencionadas no son más que un pequeño listado de una larga lista de peticiones de mejora legislativa con el único fin de reducir la exposición a este tipo de contaminantes y mejorar la salud del medio ambiente y de las personas.

Uno de los herbicidas más polémicos de los últimos años ha sido el glifosato, ¿cuál es su situación actual en España? ¿Por qué es tan problemático? ¿Qué medidas faltan por adaptar y quiénes deben desarrollarlas?

La polémica surge principalmente por dos causas diferentes:

Primero, por la crítica al modelo de autorización de plaguicidas de la Unión Europea que da mayor peso en la evaluación a los ensayos y documentos proporcionados por la industria peticionaria de la autorización y que, en la práctica, desautoriza los estudios realizados por universidades e institutos independientes, en su mayor parte financiados con dinero público.

Segundo, por las muy diferentes conclusiones a partir de una misma documentación de la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC) y de los dos mayores organismos científicos reguladores de la Unión Europea, la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) y la ECHA (Agencia Europea de sustancias y mezclas químicas), ya que mientras las segundas concluyen que el glifosato es prácticamente inocuo, la IARC lo considera como probablemente cancerígeno para los seres humanos.

Más allá de la polémica regulatoria, en este momento, corresponde al Gobierno tomar medidas eficaces de reducción para revertir los datos que indica la elevada contaminación de nuestros ríos.

¿Qué papel pueden jugar los y las consumidoras en la transición hacia sistemas alimentarios más sostenibles y libres de tóxicos?

Los consumidores juegan un papel importante pero limitado. A pesar de la importancia de las decisiones individuales o grupales de las personas informadas y concienciadas, consideramos que el verdadero cambio radica en una sociedad civil fuerte que haga escuchar su voz reivindicativa a grupos políticos y gobiernos para que se tomen medidas eficaces que posibiliten la transición a sistemas alimentarios sostenibles y libres de tóxicos.

Toda la población, no solo la de mayor poder adquisitivo, tiene derecho a una alimentación libre de tóxicos.