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foto BCE web

Cambio climático en tiempos de coronavirus: cómo conseguir que el BCE sea más verde

Brook Riley es director de asuntos europeos de Rockwool, líder mundial en aislamiento de edificios

Peter Sweatman es director general de Climate Strategy & Partners, una consultora con sede en Madrid especializada en las estrategias para hacer frente al cambio climático.

Este artículo ha sido publicado en Euractiv.


Así como escribió Cicerón, el dinero es el nervio de la guerra, asegurémonos de que este se use para pelear las batallas correctas.

“El dinero es el nervio de la guerra”. Esta sugerente frase de 2.000 años de antigüedad de Cirerón encaja perfectamente con el Banco Central Europeo, que a finales de marzo de 2020 anunció un gigantesco “Programa de Compras de Emergencia Pandémica” [Pandemic Emergency Purchase Programme] valorizado en 750.000 millones de euros.

En términos simples, el BCE le ha declarado la guerra al COVID-19 y actualmente puede comprar más de 100.000 millones de euros de deuda al mes, lo que le da un inigualable poder financiero. ¿Pero, para qué se utilizarán los fondos? ¿Ayudarán a mejorar nuestras vidas? ¿Apoyarán la acción climática?

Ante todo, si vamos a buscar reverdecer el sistema financiero, tiene que haber un sistema sobre el que podamos actuar. La prioridad a corto plazo del BCE, de los bancos centrales y de los ministerios del Tesoro es mantener la liquidez y evitar un crash financiero. Los gobiernos necesitan con urgencia conseguir fondos para afrontar la crisis provocada por el COVID-19, pero los inversores están nerviosos. Por ello, el BCE está orientando sus compras de activos hacia la deuda soberana, para asegurar liquidez en el mercado y hacer de la UE un destino seguro para el capital a largo plazo.

Es probable que esta sea la razón por la que actualmente el BCE es reticente a establecer condiciones ‘verdes’ dentro de su programa de 750.000 millones de euros (según sus propias explicaciones). Desde el punto de vista del banco, se encuentra en una lucha global por la estabilidad financiera, y no atará sus propias manos.

El BCE puede favorecer la deuda verde

Dicho esto, el BCE sí puede favorecer la deuda verde. ¿Cómo? Los ministerios de Finanzas se capitalizan adjudicando préstamos sindicados, pagando a los bancos por suscribir y distribuir bonos –para emitir deuda– por cuenta del Estado. Hay un diálogo constante entre los funcionarios del Tesoro, los equipos de deuda de los bancos y quienes compran los bonos –inversores institucionales como fondos de pensiones y compañías aseguradoras–, y por encima de todos ellos el BCE, con su capacidad de comprar más de 100.000 millones de euros de deuda al mes. Si el BCE envía una señal al mercado de que favorecerá los bonos verdes, esto a su vez influirá en el tipo de deuda que se está generando. Sí, Christine Lagarde y sus colegas tienen el poder de verdaderamente convencer a los emisores de bonos de reverdecerse.

Mientras tanto, en esta compleja y desconcertante jungla financiera: ¿Cómo pueden ayudar los defensores del clima? He aquí tres sugerencias:

En primer lugar, hacer hincapié en que las inversiones verdes son sostenibles desde un punto de vista financiero y ambiental. De hecho, las compras de activos empezaron mucho antes de la crisis del COVID-19. En los últimos cinco años, el BCE ha comprado más de 2,6 billones de deuda, los cuales deben reembolsarse. Préstamos para la renovación de edificios, energías y transporte verde son inversiones más seguras que contribuyen al futuro que los europeos anhelan. Dando prioridad a los activos verdes en los sectores donde sea posible, la UE puede alcanzar la neutralidad en carbono más rápido y al mismo tiempo fortalecer su sistema financiero.

Por otro lado, apoyar un papel más fuerte del Banco Europeo de Inversiones. La UE acaba de adoptar las reglas de su llamada taxonomía para determinar qué es y qué no es una inversión sostenible. Desafortunadamente, estas reglas son tan nuevas que no es muy realista esperar que el BCE las aplique de forma inmediata y en medio de semejante crisis. Pero el Banco Europeo de Inversiones ha aprobado nuevos y estrictos criterios de préstamos y el BCE ya está comprando deuda del Banco Europeo de Inversiones. Al adquirir más y más rápido se estaría ayudando a reverdecer el Programa de Compra de Emergencia de 750.000 millones de euros.

En tercer lugar, es comprensible que los gobiernos quieran invertir todo lo posible para que la economía vuelva a funcionar en cuanto antes. En esta carrera para gastar cientos de miles de millones de euros, el número de proyectos verdes viables debe aumentar de forma exponencial. Cabe mencionar que con o sin COVID 19, es necesario avanzar hacia la neutralidad climática.

La buena noticia es que la Comisión Europea ya está trabajando para alinear sus objetivos climáticos y energéticos para 2030 con los últimos avances científicos. Esto es indispensable, ya que confirma el camino que ha tomado Europa y tranquiliza a aquellos que ya están invirtiendo en esa dirección. Todos los actores tienen un papel que desempeñar en esta tarea: la Comisión, las autoridades locales, la sociedad civil, el BEI y las empresas. Todos juntos debemos unir esfuerzos para identificar y poner en marcha proyectos de alta calidad y, con igual nivel de importancia, aumentar el número de expertos que aporten ayuda técnica a los promotores de proyectos.

Estas medidas, si se toman de forma conjunta, pueden tener como resultado un círculo virtuoso: financiación de más proyectos, una mayor emisión de bonos verdes, compra de más activos por parte del BCE… en todo sentido una respuesta financiera más sostenible a la crisis del COVID-19.

Pensemos en ello de la siguiente forma: si el dinero es el nervio de la guerra, asegurémonos de que este se use para pelear las batallas correctas.

Foto: Angela Morant/ European Central Bank